Iniciativa Global para o Controle do Câncer Infantil: aumentando o acesso, melhorando a qualidade, salvando vidas

Detalhes bibliográficos
Autor(a) principal: Lima, Regina Aparecida Garcia de
Data de Publicação: 2023
Outros Autores: Lopes-Júnior, Luís Carlos, Maia, Edmara Bazoni Soares, Fuentes-Alabi, Soad, Ponce, María Liliana Vásquez
Tipo de documento: Artigo
Idioma: por
spa
eng
Título da fonte: Revista Latino-Americana de Enfermagem (Online)
Texto Completo: https://www.revistas.usp.br/rlae/article/view/216846
Resumo: Las estadísticas mundiales sobre el cáncer son cada vez más alarmantes: en el año 2022 hubo aproximadamente 20 millones de nuevos casos de cáncer y 10 millones de muertes(1). En lo que respecta, específicamente, al cáncer infantil, alrededor de 280.000 niños y adolescentes, de 0 a 19 años, desarrollan cáncer en todo el mundo por año(2) y de estos, 9 de cada 10 viven en países de bajos y medianos ingresos, donde el tratamiento generalmente no está disponible o tiene un alto costo(2). En América Latina y el Caribe, se estima que, por año, al menos 29.000 niños menores de 19 años desarrollarán cáncer. En los países de altos ingresos, más del 80% de los niños y adolescentes con cáncer se cura, pero en los países de bajos y medianos ingresos la tasa de curación es de aproximadamente el 20%(3). Las muertes prevenibles por cáncer en la población de países de bajos y medianos ingresos económicos se relacionan con el subdiagnóstico, el diagnóstico tardío o incorrecto, dificultades para acceder a la atención médica, enfermedad avanzada al momento del diagnóstico, falta de acceso al tratamiento y atención de apoyo en centros de referencia o profesionales de la salud con conocimientos y formación especializados. También pueden ocurrir por abandono del tratamiento debido a las dificultades que tienen las familias para asumir los costos directos de la atención sanitaria, muerte por toxicidad farmacológica y mayores tasas de recurrencia. Las razones subyacentes de esta disparidad se han relacionado con indicadores del sistema de salud, como el gasto nacional anual en salud per cápita, el número de médicos y enfermeros por cada 1000 habitantes y la capacidad institucional. En lo que respecta a la capacidad institucional, es evidente que el número de los profesionales de la salud calificados es inadecuado y que los recursos destinados a cuidados de apoyo son limitados, como por ejemplo, los medicamentos y hemoderivados(3). Si bien el cáncer infantil se considera más raro que el cáncer en adultos, también figura como un problema de salud pública relevante(2). Invertir en programas para el control del cáncer, especialmente del cáncer infantil, supera los costos económicos, ya que cada niño o adolescente que muere prematuramente a causa de la enfermedad representa una pérdida para la familia y amenaza la cohesión familiar, que genera también una pérdida para la sociedad a largo plazo. Además de la justificativa económica, las políticas contra el cáncer infantojuvenil deben incorporar los principios de equidad, derechos humanos y justicia social(3-4). Tales principios se basan en la Declaración de Alma-Ata(5) cuando se trata de la apreciación de la vida y la dignidad humana, que afirma que todas las personas importan y no hay que abandonar a nadie. La base de la justicia social en los servicios de salud es la necesidad crucial de equidad en la atención oncológica, independientemente de la edad, antecedentes sociodemográficos o diagnóstico(4). Por lo tanto, el lugar donde reside el niño o adolescente no debe determinar si sobrevivirá o no al cáncer. Para abordar esta profunda desigualdad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el St. Jude Children’s Research Hospital lanzaron la Iniciativa Mundial de la OMS contra el cáncer infantil en 2018 y para alcanzar el objetivo de aumentar la supervivencia de los niños y adolescentes con cáncer a por lo menos el 60% para 2030, se establecieron mejoras en el acceso y la calidad de la atención(3). Para ello, la Iniciativa estableció dos objetivos principales: aumentar la capacidad de los países para brindar servicios e información de calidad y aumentar la prioridad del cáncer infantojuvenil a nivel mundial, nacional y regional, con base en el CureAll framework(3). El marco CureAll enfatiza que es necesario brindar atención multidisciplinaria centrada en la familia para niños y adolescentes con cáncer. Contempla que es fundamental que se desarrollen recursos dirigidos a los profesionales de la salud para garantizar que se implementen prácticas basadas en la evidencia en la atención del cáncer. Dichos recursos, que incluyen pautas, cursos de capacitación e informes técnicos, proveen a los profesionales de la salud las herramientas y la información necesaria para brindar atención de calidad adaptada a las necesidades de sus pacientes. Se han propuesto numerosas estrategias para mejorar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en países de bajos y medianos ingresos, que incluyen esfuerzos de concientización comunitaria, atención guiada por protocolos cooperativos y atención interdisciplinaria. En todas estas estrategias uno de los aspectos que se considera esencial a nivel mundial es que es necesario contar con enfermeros de oncología pediátrica competentes(6). La OMS reconoce que los enfermeros son el “personal de primera línea”, esenciales para mejorar el acceso a la atención de la salud(7). Por lo tanto, es necesario contar con educación especializada, personal y equipos adecuados que contribuyan a la compleja práctica de la enfermería. El cuidado de enfermería en oncología pediátrica requiere un conocimiento amplio y profundo del cáncer infantojuvenil y habilidades clínicas avanzadas. Los hospitales en los países de ingresos altos brindan educación continua a los enfermeros de oncología pediátrica recién contratados, a diferencia de las instituciones de atención médica en los países de bajos y medianos ingresos, donde a menudo no está disponible. Además, en muchos países, no siempre se consensúa un plan de carrera profesional para los enfermeros que regule el papel y las funciones del enfermero oncológico y, en definitiva, un apoyo financiero acorde a sus competencias(6-7). El reciente trabajo “Alcance de la práctica de la enfermería oncológica pediátrica en América Latina”(8) como parte del CureAll framework, lanzado en enero de 2023 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tiene la originalidad de recopilar y sistematizar recomendaciones que ayudan a las enfermeras y los enfermeros de América Latina y el Caribe para que les brinden atención a los niños y adolescentes con cáncer, así como también a sus familias. Esta obra está dirigida a gestores sanitarios, gerentes de hospitales, instituciones de formación y de Enfermería Oncológica, principalmente enfermeras y enfermeros especialistas en Oncología Pediátrica, con el objetivo de presentar las Competencias Esenciales para la Práctica de Enfermería Oncología Pediátrica en América Latina y el Caribe. Las bases teóricas que sustentan la sistematización de las recomendaciones que contiene la presente obra son la Atención Centrada en el Paciente y la Familia, marco reconocido internacional y ampliamente utilizado, como marco teórico que posibilita el diálogo entre las diferentes realidades de esta práctica. La segunda base teórica fue el Caring for Teenagers and Young Adults with Cancer: a Competence and Career Framework for Nursing, elaborado por el Teenage Cancer Trust/Royal College of Nursing. Este documento presenta el proceso de desarrollo de competencias del enfermero para el cuidado de adolescentes y adultos jóvenes con cáncer, que se basa en seis dominios: 1) Atención clínica y de apoyo; 2) Educación e investigación; 3) Participación y advocacy; 4) Equipo interprofesional y trayectoria del niño o adolescente con cáncer y su familia; 5) Liderazgo y desarrollo profesional y 6) Desarrollo de políticas y servicios de salud. Las dos bases teóricas también cumplen las directrices de la Iniciativa Mundial de la OMS Contra el Cáncer Infantil en cuanto a que es necesario que haya centros de excelencia y redes de atención con equipos interprofesionales especializados y práctica colaborativa. Por lo tanto, la educación y la formación continua son elementos clave para incrementar las habilidades, el conocimiento clínico, el liderazgo y la capacidad política de los enfermeros en Oncología Pediátrica. Los profesionales de la salud, especialmente los enfermeros, educadores y partes interesadas (stakeholders) necesitan identificar e incorporar las competencias esenciales que determinan el alcance de una práctica asistencial segura y calificada, basada en conocimientos, habilidades y actitudes, características necesarias para una práctica profesional eficaz. Identificar dichas competencias garantiza que las profesiones de la salud estén bien definidas, promueve fuerzas de trabajo competentes, facilita la evaluación oportuna, autónoma y científica a través de la práctica basada en evidencia, así como también facilita la movilidad profesional. La Iniciativa Mundial contra el Cáncer Infantil es una política pública que les brinda a los enfermeros y las enfermeras de Oncopediatría lineamientos para que puedan cambiar las circunstancias, dondequiera que trabajen, con el fin de alcanzar la meta de incrementar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en las próximas décadas.
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spelling Iniciativa Global para o Controle do Câncer Infantil: aumentando o acesso, melhorando a qualidade, salvando vidasIniciativa mundial contra el cáncer infantil: aumentar el acceso, mejorar la calidad, salvar vidasGlobal Initiative for Childhood Cancer Control: Increasing access, improving quality, saving livesLas estadísticas mundiales sobre el cáncer son cada vez más alarmantes: en el año 2022 hubo aproximadamente 20 millones de nuevos casos de cáncer y 10 millones de muertes(1). En lo que respecta, específicamente, al cáncer infantil, alrededor de 280.000 niños y adolescentes, de 0 a 19 años, desarrollan cáncer en todo el mundo por año(2) y de estos, 9 de cada 10 viven en países de bajos y medianos ingresos, donde el tratamiento generalmente no está disponible o tiene un alto costo(2). En América Latina y el Caribe, se estima que, por año, al menos 29.000 niños menores de 19 años desarrollarán cáncer. En los países de altos ingresos, más del 80% de los niños y adolescentes con cáncer se cura, pero en los países de bajos y medianos ingresos la tasa de curación es de aproximadamente el 20%(3). Las muertes prevenibles por cáncer en la población de países de bajos y medianos ingresos económicos se relacionan con el subdiagnóstico, el diagnóstico tardío o incorrecto, dificultades para acceder a la atención médica, enfermedad avanzada al momento del diagnóstico, falta de acceso al tratamiento y atención de apoyo en centros de referencia o profesionales de la salud con conocimientos y formación especializados. También pueden ocurrir por abandono del tratamiento debido a las dificultades que tienen las familias para asumir los costos directos de la atención sanitaria, muerte por toxicidad farmacológica y mayores tasas de recurrencia. Las razones subyacentes de esta disparidad se han relacionado con indicadores del sistema de salud, como el gasto nacional anual en salud per cápita, el número de médicos y enfermeros por cada 1000 habitantes y la capacidad institucional. En lo que respecta a la capacidad institucional, es evidente que el número de los profesionales de la salud calificados es inadecuado y que los recursos destinados a cuidados de apoyo son limitados, como por ejemplo, los medicamentos y hemoderivados(3). Si bien el cáncer infantil se considera más raro que el cáncer en adultos, también figura como un problema de salud pública relevante(2). Invertir en programas para el control del cáncer, especialmente del cáncer infantil, supera los costos económicos, ya que cada niño o adolescente que muere prematuramente a causa de la enfermedad representa una pérdida para la familia y amenaza la cohesión familiar, que genera también una pérdida para la sociedad a largo plazo. Además de la justificativa económica, las políticas contra el cáncer infantojuvenil deben incorporar los principios de equidad, derechos humanos y justicia social(3-4). Tales principios se basan en la Declaración de Alma-Ata(5) cuando se trata de la apreciación de la vida y la dignidad humana, que afirma que todas las personas importan y no hay que abandonar a nadie. La base de la justicia social en los servicios de salud es la necesidad crucial de equidad en la atención oncológica, independientemente de la edad, antecedentes sociodemográficos o diagnóstico(4). Por lo tanto, el lugar donde reside el niño o adolescente no debe determinar si sobrevivirá o no al cáncer. Para abordar esta profunda desigualdad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el St. Jude Children’s Research Hospital lanzaron la Iniciativa Mundial de la OMS contra el cáncer infantil en 2018 y para alcanzar el objetivo de aumentar la supervivencia de los niños y adolescentes con cáncer a por lo menos el 60% para 2030, se establecieron mejoras en el acceso y la calidad de la atención(3). Para ello, la Iniciativa estableció dos objetivos principales: aumentar la capacidad de los países para brindar servicios e información de calidad y aumentar la prioridad del cáncer infantojuvenil a nivel mundial, nacional y regional, con base en el CureAll framework(3). El marco CureAll enfatiza que es necesario brindar atención multidisciplinaria centrada en la familia para niños y adolescentes con cáncer. Contempla que es fundamental que se desarrollen recursos dirigidos a los profesionales de la salud para garantizar que se implementen prácticas basadas en la evidencia en la atención del cáncer. Dichos recursos, que incluyen pautas, cursos de capacitación e informes técnicos, proveen a los profesionales de la salud las herramientas y la información necesaria para brindar atención de calidad adaptada a las necesidades de sus pacientes. Se han propuesto numerosas estrategias para mejorar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en países de bajos y medianos ingresos, que incluyen esfuerzos de concientización comunitaria, atención guiada por protocolos cooperativos y atención interdisciplinaria. En todas estas estrategias uno de los aspectos que se considera esencial a nivel mundial es que es necesario contar con enfermeros de oncología pediátrica competentes(6). La OMS reconoce que los enfermeros son el “personal de primera línea”, esenciales para mejorar el acceso a la atención de la salud(7). Por lo tanto, es necesario contar con educación especializada, personal y equipos adecuados que contribuyan a la compleja práctica de la enfermería. El cuidado de enfermería en oncología pediátrica requiere un conocimiento amplio y profundo del cáncer infantojuvenil y habilidades clínicas avanzadas. Los hospitales en los países de ingresos altos brindan educación continua a los enfermeros de oncología pediátrica recién contratados, a diferencia de las instituciones de atención médica en los países de bajos y medianos ingresos, donde a menudo no está disponible. Además, en muchos países, no siempre se consensúa un plan de carrera profesional para los enfermeros que regule el papel y las funciones del enfermero oncológico y, en definitiva, un apoyo financiero acorde a sus competencias(6-7). El reciente trabajo “Alcance de la práctica de la enfermería oncológica pediátrica en América Latina”(8) como parte del CureAll framework, lanzado en enero de 2023 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tiene la originalidad de recopilar y sistematizar recomendaciones que ayudan a las enfermeras y los enfermeros de América Latina y el Caribe para que les brinden atención a los niños y adolescentes con cáncer, así como también a sus familias. Esta obra está dirigida a gestores sanitarios, gerentes de hospitales, instituciones de formación y de Enfermería Oncológica, principalmente enfermeras y enfermeros especialistas en Oncología Pediátrica, con el objetivo de presentar las Competencias Esenciales para la Práctica de Enfermería Oncología Pediátrica en América Latina y el Caribe. Las bases teóricas que sustentan la sistematización de las recomendaciones que contiene la presente obra son la Atención Centrada en el Paciente y la Familia, marco reconocido internacional y ampliamente utilizado, como marco teórico que posibilita el diálogo entre las diferentes realidades de esta práctica. La segunda base teórica fue el Caring for Teenagers and Young Adults with Cancer: a Competence and Career Framework for Nursing, elaborado por el Teenage Cancer Trust/Royal College of Nursing. Este documento presenta el proceso de desarrollo de competencias del enfermero para el cuidado de adolescentes y adultos jóvenes con cáncer, que se basa en seis dominios: 1) Atención clínica y de apoyo; 2) Educación e investigación; 3) Participación y advocacy; 4) Equipo interprofesional y trayectoria del niño o adolescente con cáncer y su familia; 5) Liderazgo y desarrollo profesional y 6) Desarrollo de políticas y servicios de salud. Las dos bases teóricas también cumplen las directrices de la Iniciativa Mundial de la OMS Contra el Cáncer Infantil en cuanto a que es necesario que haya centros de excelencia y redes de atención con equipos interprofesionales especializados y práctica colaborativa. Por lo tanto, la educación y la formación continua son elementos clave para incrementar las habilidades, el conocimiento clínico, el liderazgo y la capacidad política de los enfermeros en Oncología Pediátrica. Los profesionales de la salud, especialmente los enfermeros, educadores y partes interesadas (stakeholders) necesitan identificar e incorporar las competencias esenciales que determinan el alcance de una práctica asistencial segura y calificada, basada en conocimientos, habilidades y actitudes, características necesarias para una práctica profesional eficaz. Identificar dichas competencias garantiza que las profesiones de la salud estén bien definidas, promueve fuerzas de trabajo competentes, facilita la evaluación oportuna, autónoma y científica a través de la práctica basada en evidencia, así como también facilita la movilidad profesional. La Iniciativa Mundial contra el Cáncer Infantil es una política pública que les brinda a los enfermeros y las enfermeras de Oncopediatría lineamientos para que puedan cambiar las circunstancias, dondequiera que trabajen, con el fin de alcanzar la meta de incrementar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en las próximas décadas.The global cancer statistics are increasingly alarming: in 2022 there were approximately 20 million new cancer cases and 10 million deaths(1). In particular, regarding the childhood cancer, nearly 280,000 children and adolescents aged from 0 to 19 years old develop the disease each year in the world(2) and, of them, 9 out of 10 live in low- and middle-income countries, where treatments are generally not available or present high costs(2). In Latin America and the Caribbean, it is estimated that at least 29,000 individuals aged less than 19 years old will develop cancer each year. In high-income countries, more than 80% of the children and adolescents with cancer are cured; however, this rate is approximately 20% in low- and middle-income countries(3). The preventable deaths due to cancer in this population group from low- and middle-income countries are related to underdiagnosis, late or incorrect diagnosis, health care access difficulties, advanced-stage disease at the time of diagnosis, and lack of access to treatments and supportive care in reference centers or to health professionals with specialized knowledge and training. They can also be due to treatment abandonment as a result of the families’ difficulties bearing the direct health care costs, to deaths due to drug toxicities and to higher recurrence rates. Underlying reasons for this disparity have been linked to health system indicators such as annual per capita national expenditure in health, number of physicians and nurses per 1,000 inhabitants and institutional capacity. Regarding the institutional capacity, inadequate staffing of duly qualified health professionals and limited supportive care resources stand out, such as medications and hemoderivatives(3). Even if considered rarer than cancer in adults, it also emerges as a relevant public health issue(2). Investing in cancer control programs, in particular childhood cancer, overcomes the economic costs, as each child or adolescent who dies prematurely due to the disease represents a loss for the family and a threat to family cohesion, also leading to a long-term social loss. In addition to the economic reason, the policies for childhood cancer control might be incorporate the equality, human rights and social justice principles(3-4). Such principles are supported by the Alma-Ata Declaration(5) when it deals with valuing human life and dignity, asserting that all people are important and cannot be left behind. The crucial need for equality in cancer care, regardless of age, sociodemographic background or diagnosis, is the basis for social justice in healthcare services(4). Hence, a child’s or adolescent’s place of residence should be not determine if they will survive cancer or not. In order to face this profound inequality, in 2018 the World Health Organization (WHO) and the St. Jude Children’s Research Hospital launched the WHO Global Initiative for Childhood Cancer Control and, to achieve the objective proposed of increasing survival of children and adolescents with cancer to at least 60% by 2030, a number of improvements in care access and quality were established(3). Thus, the Initiative have defined two main objectives: increasing the countries capability to provide good quality services and information; and increasing the priority of childhood cancer at the global, national and regional levels, based on the CureAll framework(3). The CureAll structure highlights the need for multidisciplinary care centered on the families of children and adolescents with cancer. It is expected that the development of resources targeted at healthcare professionals as a pivotal element to ensure the implementation of evidence-based practices in cancer care. Such resources, including guidelines, training courses and technical reports, provide healthcare professionals with the tools and information required to delivering good quality care adjusted to their patients’ needs. Several strategies have been proposed to improving the survival rate of children and adolescents with cancer in low- and middle-income countries, including efforts to raise awareness in the communities, care guided by cooperative protocols, and interdisciplinary care. The need for competent Pediatric Oncology Nurses is a care component universally recognized as essential in all these strategies(6). The WHO recognizes nurses as “front-line clinicians”, essential to improve healthcare access(7). In this sense, specialized education, adequate staffing and devices in sufficient numbers are necessary to support the complex nursing practice. Pediatric oncology nursing care requires broad and deep knowledge about childhood cancer and advanced clinical skills. In high-income countries, hospitals provide permanent education to recently-hired pediatric oncology nurses, unlike the reality in health institutions from low and middle-income countries, where this is oftentimes not available. In addition, in many countries, nurses’ professional career plans are not always structured to regulate Oncology nurses’ role and functions and, ultimately, financial support according to their competencies(6-7). Hence, the recent technical report entitled “Scope of Pediatric Oncology Nursing Practice in Latin America”(8), as part of the CureAll framework, launched in January 2023 by the Pan American Health Organization (PAHO), carries with it the unprecedented fact of gathering and systematizing the recommendations to support nurses from Latin America and the Caribbean in their duty of caring for children and adolescents with cancer and their families. This technical report is intended for healthcare and hospital managers, for training institutions and for Oncology Nursing, mainly nurses specialized in Pediatric Oncology, with the purpose of presenting the Essential Competencies for the Practice of Pediatric Oncology Nurses in Latin America and the Caribbean. The theoretical grounds to systematize the recommendations comprised in this technical report Patient- and Family-Centered Care, an internationally renowned and widely used framework with a theoretical structure that enables to bond between different realities of this practice. The second theoretical basis was “Caring for Teenagers and Young Adults with Cancer: a Competence and Career Framework for Nursing”, prepared by the Teenage Cancer Trust/Royal College of Nursing. This document presents the process to build nurses’ competencies for the care of adolescents and young adults with cancer, supported by six domains: 1) Clinical and supportive care; 2) Education and research; 3) Involvement and advocacy; 4) Interprofessional team and the itinerary of children and adolescents with cancer and their families; 5) Leadership and professional development; and 6) Development of health policies and services. Both theoretical bases are also in line with the WHO Global Initiative for Childhood Cancer Control guidelines in terms of the need for excellence centers and care networks with specialized interprofessional teams and collaborative practices. Thus, permanent education and training are key elements to enhance Pediatric Oncology nurses’ skills, clinical knowledge, leadership and political capability. Healthcare professionals, especially nurses, educators and stakeholders need to identify and incorporate the essential competencies that determine the scope of a safe and qualified cancer care practice based on knowledge, skills and attitudes, necessary characteristics for an effective professional clinical practice. Identifying these competencies ensures that healthcare professions are well-defined, promotes competent workforces, eases timely, autonomous and scientific assessments through evidence-based practices and eases professional mobility.   The WHO Global Initiative for Childhood Cancer Control is a public policy that presents Pediatric Oncology Nurses with guidelines so that they can change the circumstances where they want to work, in order to achieve the goal of improving the survival rate of children and adolescents with cancer in the next decades.As estatísticas globais de câncer são cada vez mais alarmantes: em 2022 houve aproximadamente 20 milhões de novos casos de câncer e 10 milhões de mortes(1). Em particular, em relação ao câncer infantojuvenil, a cada ano cerca de 280.000 crianças e adolescentes de 0 a 19 anos desenvolvem câncer em todo o mundo(2) e, desses, 9 em cada 10 vivem em países de baixa e média renda, onde o tratamento geralmente não está disponível ou é de alto custo(2). Na América Latina e no Caribe, estima-se que pelo menos 29.000 menores de 19 anos desenvolverão câncer a cada ano. Em países de alta renda, mais de 80% das crianças e dos adolescentes com câncer são curados, mas a taxa de cura é de aproximadamente 20% nos países de baixa e média renda(3). As mortes evitáveis por câncer nesta população em países de baixa e média renda estão relacionadas ao subdiagnóstico, ao diagnóstico tardio ou incorreto, às dificuldades de acesso a cuidados de saúde, a doença avançada no estabelecimento do diagnóstico, a falta de acesso a tratamento e cuidados de suporte em centros de referência ou a profissionais de saúde com conhecimento e treinamento especializados. Podem, ainda, ocorrer por abandono do tratamento em decorrência das dificuldades das famílias de assumirem os custos diretos dos cuidados de saúde, morte por toxicidade das drogas e maiores taxas de recorrência. Razões subjacentes para essa disparidade têm sido vinculadas a indicadores dos sistemas de saúde, como gasto nacional anual com saúde per capita, número de médicos e enfermeiras por 1.000 habitantes e capacidade institucional. No que se refere à capacidade institucional, destaca-se o número inadequado de profissionais de saúde qualificados e recursos limitados de cuidados de suporte, por exemplo, medicamentos e hemoderivados(3). Mesmo considerado mais raro quando comparado ao câncer do adulto, o câncer infanto-juvenil também figura como relevante problema de saúde pública(2). Investir em programas de controle do câncer, em particular do câncer infantojuvenil, supera os custos econômicos, pois cada criança ou adolescente que morre prematuramente em decorrência da enfermidade representa uma perda para a família e ameaça à coesão familiar, levando, também, a uma perda social em longo prazo. Além da justificativa econômica, as políticas para o controle do câncer infantojuvenil devem incorporar os princípios da equidade, dos direitos humanos e da justiça social(3-4). Tais princípios estão apoiados na Declaração de Alma-Ata(5) quando ela trata da valorização da vida e da dignidade humana, afirmando que todas as pessoas importam e não podem ser deixadas para trás. A necessidade crucial de equidade nos cuidados oncológicos, independentemente da idade, dos antecedentes sociodemográficos ou do diagnóstico, é a base da justiça social nos serviços de saúde(4). Neste sentido, o local onde uma criança ou adolescente reside não deve determinar se eles sobreviverão ou não ao câncer. Para enfrentar essa profunda desigualdade, a Organização Mundial de Saúde (OMS) e o St. Jude Children’s Research Hospital lançaram, em 2018, a Iniciativa Global da OMS para o Controle de Câncer Infantil, e para atingir o objetivo declarado de aumentar a sobrevida de crianças e adolescentes com câncer para pelo menos 60% até 2030, melhorias no acesso e qualidade de cuidados foram estabelecidas(3). Para tanto, a Iniciativa estabeleceu dois objetivos principais: aumentar a capacidade dos países de fornecer serviços e informações de qualidade e aumentar a prioridade do câncer infantojuvenil em nível global, nacional e regional, a partir do CureAll framework(3). A estrutura CureAll enfatiza a necessidade de cuidados multidisciplinares centrados na família de crianças e adolescentes com câncer. Prevê o desenvolvimento de recursos direcionados aos profissionais de saúde como fundamental para garantir que práticas baseadas em evidências sejam implementadas no cuidado oncológico. Tais recursos, incluindo orientações, cursos de treinamento e relatórios técnicos, fornecem aos profissionais de saúde as ferramentas e informações necessárias para fornecer cuidados de qualidade, adaptados às necessidades de seus pacientes. Inúmeras estratégias têm sido propostas para melhorar a taxa de sobrevivência de crianças e adolescentes com câncer em países de baixa e media renda, incluindo esforços de conscientização da comunidade, atendimento orientado por protocolos cooperativos e atendimento interdisciplinar. A necessidade de enfermeiros oncológicos pediátricos competentes é um aspecto do cuidado universalmente reconhecido como essencial em todas essas estratégias(6). A OMS reconhece os enfermeiros como “clínicos de linha de frente”, essenciais para melhorar o acesso aos cuidados de saúde(7). Neste sentido, educação especializada, quantitativo adequado de pessoal e equipamentos são necessários para apoiar a complexa prática de enfermagem. Os cuidados de enfermagem em oncologia pediátrica requerem um amplo e profundo conhecimento do câncer infantojuvenil e habilidades clínicas avançadas. Hospitais em países de alta renda fornecem educação permanente para enfermeiros de oncologia pediátrica recém-contratados, diferentemente das instituições de saúde dos países de baixa e média renda, onde muitas vezes isso não está disponível. Ademais, em muitos países um plano de carreira profissional para enfermeiros nem sempre está pactuado para regular o papel e as funções do enfermeiro oncológico e, em última instância, o aporte financeiro de acordo com suas competências(6-7). Nesse sentido, a recente obra “Escopo da Prática de Enfermagem Pediátrica Oncológica na América Latina”(8), como parte da CureAll Framework, lançada em janeiro de 2023 pela Organização Pan-Americana da Saúde (OPAS), carrega o ineditismo de reunir e sistematizar as recomendações para apoiar as enfermeiras e os enfermeiros da América Latina e do Caribe no seu ofício de cuidar de crianças e adolescentes com câncer, bem como de suas famílias. A presente obra é destinada a gestores de saúde, gerentes hospitalares, instituições formadoras e para a Enfermagem Oncológica, principalmente enfermeiras e enfermeiros especialistas em Oncologia Pediátrica, com o objetivo de apresentar as Competências Essenciais para a Prática dos Enfermeiros Pediatras Oncológicos da América Latina e do Caribe. As bases teóricas de sustentação para a sistematização das recomendações contidas na presente obra foram o Cuidado Centrado no Paciente e na Família, referencial reconhecido internacionalmente e amplamente utilizado como um arcabouço teórico que possibilita a interlocução entre as diferentes realidades desta prática. A segunda base teórica foi o Caring for Teenagers and Young Adults with Cancer: a Competence and Career Framework for Nursing, elaborado pelo Teenage Cancer Trust/Royal College of Nursing. Esse documento apresenta o processo de construção das competências dos enfermeiros para o cuidado ao adolescente e adulto jovem com câncer, sustentada em seis domínios:1) Cuidados clínicos e de suporte; 2) Educação e pesquisa; 3) Envolvimento e advocacy; 4) Equipe interprofissional e trajetória da criança ou adolescente com câncer e sua família; 5) Liderança e desenvolvimento profissional e 6) Desenvolvimento de políticas e serviços de saúde. As duas bases teóricas estão alinhadas, também, às diretrizes da Aliança Global da OMS para o Controle do Câncer Infantil no que diz respeito à necessidade de centros de excelência e redes de atendimento com equipes interprofissionais especializadas e prática colaborativa. Assim, a educação permanente e o treinamento são peças-chave para aumentar as habilidades, os conhecimentos clínicos, a liderança e a capacidade política dos enfermeiros em oncologia pediátrica. Os profissionais de saúde, especialmente os enfermeiros, educadores e partes interessadas (stakeholders) precisam identificar e incorporar as competências essenciais que determinam o escopo da prática do cuidado seguro e qualificado, a partir de conhecimentos, habilidades e atitudes, características necessárias para a prática profissional eficaz. A identificação dessas competências garante que as profissões de saúde sejam bem definidas, promove forças de trabalho competentes, facilita a avaliação de forma oportuna, autônima e científica por meio de prática baseada em evidência, bem como facilita a mobilidade profissional. A Iniciativa Global é uma política pública que apresenta aos enfermeiros e as enfermeiras da Oncopediatria diretrizes para que eles possam mudar as circunstâncias, onde quer que atuem, para atingir a meta de aumentar a taxa de sobrevida de crianças e adolescentes com câncer nas próximas décadas.Universidade de São Paulo. Escola de Enfermagem de Ribeirão Preto2023-10-06info:eu-repo/semantics/articleinfo:eu-repo/semantics/publishedVersionapplication/pdfapplication/pdfapplication/pdfhttps://www.revistas.usp.br/rlae/article/view/21684610.1590/1518-8345.0000.4000Revista Latino-Americana de Enfermagem; v. 31 (2023); e4000Revista Latino-Americana de Enfermagem; Vol. 31 (2023); e4000Revista Latino-Americana de Enfermagem; Vol. 31 (2023); e40001518-83450104-1169reponame:Revista Latino-Americana de Enfermagem (Online)instname:Universidade de São Paulo (USP)instacron:USPporspaenghttps://www.revistas.usp.br/rlae/article/view/216846/198375https://www.revistas.usp.br/rlae/article/view/216846/198377https://www.revistas.usp.br/rlae/article/view/216846/198376https://creativecommons.org/licenses/by/4.0info:eu-repo/semantics/openAccessLima, Regina Aparecida Garcia de Lopes-Júnior, Luís CarlosMaia, Edmara Bazoni Soares Fuentes-Alabi, SoadPonce, María Liliana Vásquez2023-10-06T16:29:32Zoai:revistas.usp.br:article/216846Revistahttp://www.scielo.br/rlaePUBhttps://old.scielo.br/oai/scielo-oai.phprlae@eerp.usp.br||shbcassi@eerp.usp.br1518-83450104-1169opendoar:2023-10-06T16:29:32Revista Latino-Americana de Enfermagem (Online) - Universidade de São Paulo (USP)false
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author Lima, Regina Aparecida Garcia de
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Lopes-Júnior, Luís Carlos
Maia, Edmara Bazoni Soares
Fuentes-Alabi, Soad
Ponce, María Liliana Vásquez
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description Las estadísticas mundiales sobre el cáncer son cada vez más alarmantes: en el año 2022 hubo aproximadamente 20 millones de nuevos casos de cáncer y 10 millones de muertes(1). En lo que respecta, específicamente, al cáncer infantil, alrededor de 280.000 niños y adolescentes, de 0 a 19 años, desarrollan cáncer en todo el mundo por año(2) y de estos, 9 de cada 10 viven en países de bajos y medianos ingresos, donde el tratamiento generalmente no está disponible o tiene un alto costo(2). En América Latina y el Caribe, se estima que, por año, al menos 29.000 niños menores de 19 años desarrollarán cáncer. En los países de altos ingresos, más del 80% de los niños y adolescentes con cáncer se cura, pero en los países de bajos y medianos ingresos la tasa de curación es de aproximadamente el 20%(3). Las muertes prevenibles por cáncer en la población de países de bajos y medianos ingresos económicos se relacionan con el subdiagnóstico, el diagnóstico tardío o incorrecto, dificultades para acceder a la atención médica, enfermedad avanzada al momento del diagnóstico, falta de acceso al tratamiento y atención de apoyo en centros de referencia o profesionales de la salud con conocimientos y formación especializados. También pueden ocurrir por abandono del tratamiento debido a las dificultades que tienen las familias para asumir los costos directos de la atención sanitaria, muerte por toxicidad farmacológica y mayores tasas de recurrencia. Las razones subyacentes de esta disparidad se han relacionado con indicadores del sistema de salud, como el gasto nacional anual en salud per cápita, el número de médicos y enfermeros por cada 1000 habitantes y la capacidad institucional. En lo que respecta a la capacidad institucional, es evidente que el número de los profesionales de la salud calificados es inadecuado y que los recursos destinados a cuidados de apoyo son limitados, como por ejemplo, los medicamentos y hemoderivados(3). Si bien el cáncer infantil se considera más raro que el cáncer en adultos, también figura como un problema de salud pública relevante(2). Invertir en programas para el control del cáncer, especialmente del cáncer infantil, supera los costos económicos, ya que cada niño o adolescente que muere prematuramente a causa de la enfermedad representa una pérdida para la familia y amenaza la cohesión familiar, que genera también una pérdida para la sociedad a largo plazo. Además de la justificativa económica, las políticas contra el cáncer infantojuvenil deben incorporar los principios de equidad, derechos humanos y justicia social(3-4). Tales principios se basan en la Declaración de Alma-Ata(5) cuando se trata de la apreciación de la vida y la dignidad humana, que afirma que todas las personas importan y no hay que abandonar a nadie. La base de la justicia social en los servicios de salud es la necesidad crucial de equidad en la atención oncológica, independientemente de la edad, antecedentes sociodemográficos o diagnóstico(4). Por lo tanto, el lugar donde reside el niño o adolescente no debe determinar si sobrevivirá o no al cáncer. Para abordar esta profunda desigualdad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el St. Jude Children’s Research Hospital lanzaron la Iniciativa Mundial de la OMS contra el cáncer infantil en 2018 y para alcanzar el objetivo de aumentar la supervivencia de los niños y adolescentes con cáncer a por lo menos el 60% para 2030, se establecieron mejoras en el acceso y la calidad de la atención(3). Para ello, la Iniciativa estableció dos objetivos principales: aumentar la capacidad de los países para brindar servicios e información de calidad y aumentar la prioridad del cáncer infantojuvenil a nivel mundial, nacional y regional, con base en el CureAll framework(3). El marco CureAll enfatiza que es necesario brindar atención multidisciplinaria centrada en la familia para niños y adolescentes con cáncer. Contempla que es fundamental que se desarrollen recursos dirigidos a los profesionales de la salud para garantizar que se implementen prácticas basadas en la evidencia en la atención del cáncer. Dichos recursos, que incluyen pautas, cursos de capacitación e informes técnicos, proveen a los profesionales de la salud las herramientas y la información necesaria para brindar atención de calidad adaptada a las necesidades de sus pacientes. Se han propuesto numerosas estrategias para mejorar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en países de bajos y medianos ingresos, que incluyen esfuerzos de concientización comunitaria, atención guiada por protocolos cooperativos y atención interdisciplinaria. En todas estas estrategias uno de los aspectos que se considera esencial a nivel mundial es que es necesario contar con enfermeros de oncología pediátrica competentes(6). La OMS reconoce que los enfermeros son el “personal de primera línea”, esenciales para mejorar el acceso a la atención de la salud(7). Por lo tanto, es necesario contar con educación especializada, personal y equipos adecuados que contribuyan a la compleja práctica de la enfermería. El cuidado de enfermería en oncología pediátrica requiere un conocimiento amplio y profundo del cáncer infantojuvenil y habilidades clínicas avanzadas. Los hospitales en los países de ingresos altos brindan educación continua a los enfermeros de oncología pediátrica recién contratados, a diferencia de las instituciones de atención médica en los países de bajos y medianos ingresos, donde a menudo no está disponible. Además, en muchos países, no siempre se consensúa un plan de carrera profesional para los enfermeros que regule el papel y las funciones del enfermero oncológico y, en definitiva, un apoyo financiero acorde a sus competencias(6-7). El reciente trabajo “Alcance de la práctica de la enfermería oncológica pediátrica en América Latina”(8) como parte del CureAll framework, lanzado en enero de 2023 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tiene la originalidad de recopilar y sistematizar recomendaciones que ayudan a las enfermeras y los enfermeros de América Latina y el Caribe para que les brinden atención a los niños y adolescentes con cáncer, así como también a sus familias. Esta obra está dirigida a gestores sanitarios, gerentes de hospitales, instituciones de formación y de Enfermería Oncológica, principalmente enfermeras y enfermeros especialistas en Oncología Pediátrica, con el objetivo de presentar las Competencias Esenciales para la Práctica de Enfermería Oncología Pediátrica en América Latina y el Caribe. Las bases teóricas que sustentan la sistematización de las recomendaciones que contiene la presente obra son la Atención Centrada en el Paciente y la Familia, marco reconocido internacional y ampliamente utilizado, como marco teórico que posibilita el diálogo entre las diferentes realidades de esta práctica. La segunda base teórica fue el Caring for Teenagers and Young Adults with Cancer: a Competence and Career Framework for Nursing, elaborado por el Teenage Cancer Trust/Royal College of Nursing. Este documento presenta el proceso de desarrollo de competencias del enfermero para el cuidado de adolescentes y adultos jóvenes con cáncer, que se basa en seis dominios: 1) Atención clínica y de apoyo; 2) Educación e investigación; 3) Participación y advocacy; 4) Equipo interprofesional y trayectoria del niño o adolescente con cáncer y su familia; 5) Liderazgo y desarrollo profesional y 6) Desarrollo de políticas y servicios de salud. Las dos bases teóricas también cumplen las directrices de la Iniciativa Mundial de la OMS Contra el Cáncer Infantil en cuanto a que es necesario que haya centros de excelencia y redes de atención con equipos interprofesionales especializados y práctica colaborativa. Por lo tanto, la educación y la formación continua son elementos clave para incrementar las habilidades, el conocimiento clínico, el liderazgo y la capacidad política de los enfermeros en Oncología Pediátrica. Los profesionales de la salud, especialmente los enfermeros, educadores y partes interesadas (stakeholders) necesitan identificar e incorporar las competencias esenciales que determinan el alcance de una práctica asistencial segura y calificada, basada en conocimientos, habilidades y actitudes, características necesarias para una práctica profesional eficaz. Identificar dichas competencias garantiza que las profesiones de la salud estén bien definidas, promueve fuerzas de trabajo competentes, facilita la evaluación oportuna, autónoma y científica a través de la práctica basada en evidencia, así como también facilita la movilidad profesional. La Iniciativa Mundial contra el Cáncer Infantil es una política pública que les brinda a los enfermeros y las enfermeras de Oncopediatría lineamientos para que puedan cambiar las circunstancias, dondequiera que trabajen, con el fin de alcanzar la meta de incrementar la tasa de supervivencia de niños y adolescentes con cáncer en las próximas décadas.
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