Lo pedagógico en las ruralidades latinoamericanas entre la pandemia y la pospandemia

Detalhes bibliográficos
Autor(a) principal: Velázquez, Eliud Torres
Data de Publicação: 2023
Outros Autores: Palumbo, María Mercedes
Tipo de documento: Artigo
Idioma: spa
Título da fonte: Revista Brasileira de Educação do Campo
Texto Completo: https://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campo/article/view/16646
Resumo: Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.
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Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.Universidade Federal do Tocantins2023-05-27info:eu-repo/semantics/articleinfo:eu-repo/semantics/publishedVersionapplication/pdftext/htmlhttps://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campo/article/view/1664610.20873/uft.rbec.e16646Brazilian Journal of Rural Education; Bd. 8 (2023): Publicação Contínua / Continuous Publication; e16646Brazilian Journal of Rural Education; Vol. 8 (2023): Publicação Contínua / Continuous Publication; e16646Revista Brasileña de Educación Rural; Vol. 8 (2023): Publicação Contínua / Continuous Publication; e16646Brazilian Journal of Rural Education; Vol. 8 (2023): Publicação Contínua / Continuous Publication; e16646Revista Brasileira de Educação do Campo; v. 8 (2023): Publicação Contínua / Continuous Publication; e166462525-4863reponame:Revista Brasileira de Educação do Campoinstname:Universidade Federal do Tocantins (UFT)instacron:UFTspahttps://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campo/article/view/16646/21238https://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campo/article/view/16646/21239Copyright (c) 2023 Eliud Torres Velázquez, María Mercedes Palumbohttp://creativecommons.org/licenses/by/4.0info:eu-repo/semantics/openAccessVelázquez, Eliud TorresPalumbo, María Mercedes2023-05-27T21:47:10Zoai:ojs.revista.uft.edu.br:article/16646Revistahttps://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campoPUBhttps://sistemas.uft.edu.br/periodicos/index.php/campo/oaigustavo.araujo@uft.edu.br||rbec@uft.edu.br||gustavo.araujo@uft.edu.br|| rbec@uft.edu.br2525-48632525-4863opendoar:2023-05-27T21:47:10Revista Brasileira de Educação do Campo - Universidade Federal do Tocantins (UFT)false
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description Esta edición especial de la Revista Brasileira de Educação do Campo forma parte de un esfuerzo por compartir prácticas comunitarias, organizativas y escolares -todas ellas comprendidas como instancias pedagógicas- en el marco de experiencias llevadas adelante durante la pandemia por el COVID-19 en la ruralidad. Este Dossier cuenta con 6 artículos que evidencian temas y cuestionamientos en común, pero que al mismo tiempo dan cuenta de especificidades propias de las realidades de cada país y contexto rural. Las contribuciones son en su mayoría de México, aunque también se presentan trabajos de Argentina y Brasil. La idea de este Dossier surgió mientras nos encontrábamos en la virtualización plena del trabajo académico y a distancia de los territorios con los que nos veníamos vinculando en la pre-pandemia. De allí nuestro interés por mapear y dar visibilidad a todo aquello que estaba aconteciendo en los mundos rurales; experiencias colectivas que ampliaban los horizontes no sólo pedagógicos sino también civilizatorios y generacionales. Además de las escuelas y universidades, evidenciaron su cariz pedagógico las prácticas (re)productivas, los proyectos y redes que se fueron gestando al calor de las urgencias, los diálogos intergeneracionales y los círculos de reflexión, tanto como las estrategias de movimientos socioterritoriales rurales con prácticas agroecológicas para la soberanía alimentaria (Mançano, 2022) o pueblos en movimiento que rompieron el cerco pandémico para profundizar sus acciones en torno a la autonomía alimentaria (Zibechi, 2021). En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente (Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes. Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año 2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes, especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021). En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares, activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para garantizar la educación. A contracorriente, emergieron las respuestas de mujeres, juventudes y organizaciones sociales y populares para el cuidado propio, de sus familias y comunidades. Así, a diferencia de lo que sucedía en las frenéticas ciudades con una tensa desolación, parecía que la pandemia en la ruralidad iba a una velocidad más lenta en cuanto a los contagios, pero quizá más implacable en sus consecuencias y respuestas. Nos resulta de suma relevancia dar visibilidad a la multiplicidad de prácticas, estrategias y experiencias que se configuraron desde los territorios en este contexto específico, en el marco de las políticas estatales y más allá de ellas con base en la potencia creativa de las colectividades y redes. Los artículos nos muestran que se puso en marcha la valorización y capitalización de los saberes portados por las comunidades, la producción de nuevos saberes ajustados a la particularidad contextual, y la construcción de aprendizajes inéditos en un corto e intenso tiempo. Esto no fue realizado sin problematicidades debido a las ya referidas desigualdades sociales, educativas y tecnológicas estructurales que atañen a la población rural, lo cual generó desafíos: sostener una escuela virtual sin acceso a la tecnología, organizarse colectivamente durante el aislamiento social obligatorio. Han sido mujeres, juventudes y docentes quienes asumieron un fuerte protagonismo educador desde sus saberes al tiempo que transitaron también procesos de “autoeducación” o “co-formación” en y con las comunidades.
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